martes, 1 de mayo de 2012

El diablo

Anoche lo conocí, por desgracia.

No era el mismo que me habían descrito cuando niño. Nada de cachos rojos, tridentes, nada de eso. El diablo no tiene descripción, toma la forma que se le antoje, para poder disfrutar del sufrimiento que te causa.

Encuentra placer en demoler el refugio emocional de las personas, arruinarte la única actividad que te libera y te hace sentir bien.

Así.

Mi caso es la comedia. Anoche presenté una rutina en Valencia que me valió de algunos aplausos y algunos insultos. Medio local fue comprensivo y apoyó, la otra mitad quería estar en un recreo de bachillerato.

Por supuesto, la culpa fue mía. El error lo cometí yo. No logré proyectar bien la voz y eso hizo que quienes estaban en primera fila rieran mientras la parte de atrás del salón vociferaba insultos super-rebuscados como "mamaguevo".

Esta bien, lo siento, mala mía. Voy a esforzarme un poquito más para ser gracioso, pero que no se esfuercen tanto ellos maquinando insultos tan bien elaborados.

Maricóooon... ¡Són!

Ahora, veamos unas normas de cortesía básica del espectador que acabo de inventar:
  1. Si la queja es que quieres comedia y no la recibes, presta atención y espera, quizás la veas. Saboteando el acto, nunca lo vas a lograr.
  2. Si la ves y no te gusta, puedes ignorarla en silencio y no pasa nada.
Los hecklers o saboteadores son una pesadilla. Son inmaduros y mal intencionados. Quizás no a propósito, pero ese es el problema, no están conscientes de las consecuencias de su gracia. Están arruinando algo sagrado para el comediante, que incluso, podría ser lo único que lo hace sentir bien en su vida que se desmorona.

Esa última idea le pertenece a un genio.

Además, no entiendo que clase de satisfacción recibe tras hacer eso. ¿Atención?

Por ejemplo, yo recuerdo haber dicho en mi vida, cosas como: 

─ Hoy ayudé a una viejita a cruzar la calle, me sentí muy bien.

Pero ¿qué podrá decir él?

Marico, anoche le destrozamos la rutina a un carajito. 
    ¡Te lo juro, fue como tumbarle la chupeta a un bebé! ¡JAJAJAJA!
    Nos quedamos como por 3 minutos y que: ¡Llora! ¡Llora! ¡Llora!

─ Chamo, la mamá acaba de tuitear que el chamito se suicidó

─ ¿¡Quéééeeee!? ¡Véeeeengase papá! ¡JAJAJAJA! Lo logramos, marico, matamos a un niño.

Para finalizar:
No crean que me desahogo solamente por estar sangrando por la herida, esto es un tema importante que siempre me ha indignado, pero que no conocía tan bien hasta ahora. 

Recuerdo haber leído hace poco un excelente post de Led Varela, donde creí conocer, entender como era el lado malvado de la gente (La Venezuela Bully) pero ahora que lo viví en carne propia, sentí realmente lo que es. 

Aún siento las malas energías adheridas en el cuerpo, en este momento solo quiero ducharme para ver si el diablo se va por el drenaje.

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